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05 Éxitos de los sistemas educativos…

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Europa / 2 »
Éxitos de los sistemas educativos…
Seis historias muestran el camino para mejorar la formación de los jóvenes europeos
Las ‘grandes écoles’ francesas, cuna de matemáticos extraordinarios
¡Ven a Poznan si quieres ser médico!
Italia impulsa la excelencia en el ‘design’ y la ingeniería
España lidera la investigación sobre energía solar
Reino Unido potencia las prácticas profesionales en institutos
En Alemania triunfan las escuelas especializadas en sectores de futuro
El País 31 MAY 2012 – 07:24 CET

La crisis que se abate sobre el Viejo Continente desde hace casi un lustro está frustrando las aspiraciones de grandes sectores de la juventud de muchos países europeos. El desastre —y la consecuente destrucción de empleos, perspectivas y sueños— se incubó principalmente en el sector financiero. En muchos países, las deficiencias de los sistemas educativos también han contribuido a generar los problemas a los que se enfrentan las nuevas generaciones.

Sin embargo, esos mismos sistemas educativos también exhiben notables puntos de fuerza, historias de éxito de las que aprender, como las Escuelas Técnicas Superiores alemanas, que impulsan la especialización en sectores con futuro; los centros universitarios que fomentan la excelencia en el diseño y la ingeniería, en Italia, o el desarrollo de la energía fotovoltaica en España; las facultades de Medicina polacas, que atraen a estudiantes de todo el mundo; la brillantez de los matemáticos franceses, y las prometedoras nuevas Escuelas Técnicas Universitarias británicas.

http://internacional.elpais.com/internacional/2012/05/28/actualidad/1338202953_100344.html

En Alemania triunfan las escuelas especializadas en sectores de futuro
Unos 160 centros, más flexibles que las universidades de masa, ofrecen carreras especializadas en sectores como las energías renovables. Un tercio son privadas
Johann Osel 31 MAY 2012 – 07:26 CET
Sin formación verde no hay “negocios verdes”. Las energías renovables prometen beneficios de miles de millones de euros, y en este caso el mercado de trabajo establece las reglas. Pero algunas escuelas superiores van un paso más allá: sobre todo aquellas que de todas formas están comprometidas con la formación de ecoexpertos y no solo apuestan por un perfil verde en materia de contenidos sino también en el ámbito estructural. La Escuela Técnica Superior de Eberswalde, en Brandeburgo, es un centro líder en este contexto y desde 2010 se denomina oficialmente Escuela Superior para el Desarrollo Sostenible de Eberswalde (HNEE).

Todas las carreras tienen un compromiso con la gestión sostenible. En sus tres sedes se apuesta por sectores de futuro y temas ecológicos de interés permanente: energías renovables, materias primas renovables, agricultura ecológica y protección de los bosques, además de desarrollo económico y turístico regional. En el reglamento interno se han establecido normas de comportamiento respetuosas con el medio ambiente como, por ejemplo, el control de la temperatura ambiente o de la iluminación. Módulos solares proporcionan energía ecológica propia, y en el parque móvil de la dirección del centro hay un combi de gama media con escasas emisiones de CO2. “La elección de nuestro nombre implica unas exigencias que tenemos que cumplir”, explica el presidente Wilhelm-Günther Vahrson.

Este catedrático de geografía física dirige la escuela superior más pequeña de la región, con menos de 2.000 estudiantes y solo 40 profesores, pero sus éxitos llaman la atención: está en el grupo de escuelas técnicas superiores punteras a escala nacional en lo que respecta a la recaudación de fondos de terceros. Recientemente se ha alcanzado una nueva cantidad récord con 3,5 millones de euros, la cuarta parte del presupuesto. El proyecto ha repercutido positivamente sobre la demanda de los estudiantes; en todas las asignaturas hay límite de plazas. Vahrson cree que muchos estudiantes escogen esta escuela superior de forma plenamente consciente debido a su nivel.

El ámbito de las escuelas técnicas superiores alemanas, organizado de forma clara y por tanto flexible, tiene un historial de éxito. Los centros, a menudo pequeños, pueden desarrollar perfiles más sencillos que las grandes universidades de masas. Y no sólo en el campo técnico o medioambiental, sino también en asignaturas como economía y derecho, sanidad y asuntos sociales o en el sector creativo. A lo largo y ancho de la República Federal Alemana es posible encontrar ejemplos de éxito como el de Eberswalde.

El principio del estudio eficaz orientado a la práctica, que tanto se esfuerzan en implantar actualmente las universidades en el marco del Plan Bolonia, ha sido siempre el principio fundamental de las escuelas técnicas superiores. Estas han surgido a partir de instituciones predecesoras como las Escuelas Estatales de Ingeniería.

Con las reformas de las leyes de los años setenta y ochenta, estas escuelas ascendieron legalmente al mismo “nivel de formación terciaria” de las universidades. En aquel entonces debían alcanzar dos objetivos: acelerar el progreso tecnológico y permitir la formación académica a un mayor número de estudiantes con el graduado escolar, también como oferta educativa para alumnos que no proceden de familias con estudios. En el ínterin han surgido 160 escuelas técnicas superiores, de las cuales aproximadamente un tercio no son estatales.

El Consejo Científico, importante gremio asesor del ámbito político, recomendó en un dictamen de 2010 apostar aún más por el potencial de este tipo de escuelas superiores que también debían cooperar con las universidades. Pero estas últimas miran en parte con suspicacia a esas competidoras pequeñas y flexibles: temen que peligre su privilegio exclusivo de formar doctores. El Consejo ha recomendado también que las escuelas técnicas superiores desarrollen aún más sus perfiles.

Este modelo es atractivo para la política local, los estudiantes y las empresas. Para los municipios, porque el asentamiento de una escuela superior en zonas rurales siempre supone un impulso para el desarrollo regional. Para los estudiantes, porque así también pueden comenzar su formación en pequeñas ciudades cerca de sus lugares de origen y porque con unos estudios próximos a la praxis tienen buenas perspectivas de encontrar trabajo. Esto nos lleva al tercer punto, el atractivo para las empresas: la mayoría de las veces reciben titulados a la medida de sus necesidades. A menudo el contacto entre las escuelas superiores y la economía regional es tan estrecho que se ponen de acuerdo a la hora de determinar los contenidos. Y existen proyectos piloto con los que los jóvenes pueden estudiar y al mismo tiempo conseguir un título de formación profesional.

Este modelo ha sido perfeccionado por las “escuelas superiores duales, que ofrecen única y exclusivamente ese engranaje de estudio y praxis. Pero algunos sindicalistas se quejan de que, si las empresas aportan proyectos concretos a las escuelas superiores, siempre existe el riesgo de que ya no se impartan los fundamentos del saber, sino solo un conocimiento especial aplicado. Por ejemplo, en el marco de la cooperación con fabricantes de automóviles, enseguida se plantearía el riesgo de que el estudiante de ingeniería solo sepa algo de la construcción de la carrocería de un modelo especial y no de la construcción de automóviles en sí misma.

La popularidad de estos pequeños centros se pone claramente de manifiesto en la “Beca Alemania”. En este programa de becas para promocionar a los jóvenes con talento, la mitad de la beca debe proceder del sector económico, el resto lo paga el estado. En la lista de las escuelas superiores que han logrado reclutar suficientes donantes del mundo de la economía faltan muchas universidades grandes y famosas, pero en cambio encontramos muchas escuelas técnicas superiores. En Eberswalde cuentan incluso con más empresas financieras que plazas becadas. Parece ser que el principio verde encuentra una acogida inmejorable. Pero, ¿se mueven todo el personal y todos los estudiantes dentro de esta línea ecológica?

“Naturalmente, esto no funciona accionando una palanca y de repente todo cambia”, explica el presidente Vahrson. En el marco de un trabajo para el título de licenciado se realizó una encuesta anónima dirigida a los estudiantes y los empleados. En conjunto, la mayoría apoyaba el nuevo rumbo verde. Menos de la quinta parte utiliza habitualmente el coche para ir al trabajo y una abrumadora mayoría apaga conscientemente la luz al salir de las habitaciones.

http://internacional.elpais.com/internacional/2012/05/24/actualidad/1337855978_238397.html

España lidera la investigación para sacarle el jugo a la energía solar
La Universidad Politécnica de Madrid encabeza junto a instituos de Japón la carrera para potenciar el rendimiento de la energía fotovoltaica
Pilar Álvarez 31 MAY 2012 – 07:26 CET
Antonio Luque ha pasado casi la mitad de su vida pendiente del sol como si fuera un agricultor veterano. Fue pionero de la energía fotovoltaica en los años 70 del pasado siglo, cuando España se apuntó a la investigación del sector tras la crisis del petróleo de 1973. A sus 71 años, lidera con la Universidad Politécnica de Madrid un proyecto europeo de energía limpia con placas fotovoltaicas. Con un equipo de 300 personas repartidas en dos continentes, investiga las células que transforman la luz del sol en energía para potenciar su rendimiento. Y lo ve claro: “Si todo sale bien, crearemos una industria tan grande en volumen de negocio como la del automóvil”.

Cinco países de la UE (España, Reino Unido, Italia, Alemania y Francia) colaboran por primera vez con Japón en el proyecto Nueva Generación de Fotovoltaica de Concentración. Luque coordina la parte europea y el profesor Massafumi Yamaguchi, la japonesa. Forman uno de los dos bloques mundiales en la carrera por encontrar la clave de la alternativa energética del futuro. El otro gran equipo está en Estados Unidos. El más eficiente y rápido desarrollará primero la tecnología y con ella el negocio. A día de hoy, las células solares procesan de media cerca del 30% de los rayos que reciben. Su producción es cara y la alternativa pasa por sacarles más jugo. Combinadas con los espejos y lentes adecuadas, una parte en la que la Politécnica lleva la delantera respecto al resto del mundo, podrían conseguir multiplicar su absorción hasta el 45%. “Se trata de trabajar con lentes que permitan que la célula siga captando la misma energía con un tamaño hasta mil veces menor. Es lo que llamamos los mil soles, 1.000 veces la potencia que da el sol”, explica el ingeniero de Telecomunicaciones.

El Instituto de Energía Solar, que dirige Luque, está situado en un edificio de fachada oscura del campus de la Politécnica de Madrid. Tiene la azotea repleta de paneles con cristales y lentes que se mueven a lo largo del día como los girasoles para no perder un solo rayo. En su interior, repartidas en distintos laboratorios, están las obleas repletas de células y cables. En la cadena de producción en la que participan siete centros europeos y ocho japoneses, España encabeza el perfeccionamiento de las células con nanotecnología y Japón la creación de los módulos donde van incluidas.

El proyecto, cuya fecha límite es 2014, dispone de una inversión de 20 millones de euros. La Unión Europea y Japón aportan cinco millones cada una y el resto, las empresas interesadas. “La cantidad no está mal pero solo en Estados Unidos debe haber como 10 proyectos que manejan un montante similar”, se lamenta el investigador. La Politécnica es la universidad que recibe más dinero del programa marco de investigación europea en España, en un momento de preocupante caída de las ayudas públicas. La investigación científica y tecnológica sufrió a finales de 2011 un recorte de 600 millones de euros en subvenciones y préstamos, hasta quedarse en 8.600 millones. Las ayudas caen desde 2009.

Luque, que ya encabezó el proyecto previo Fullspectrum (entre 2003 y 2008, con financiación de 8,4 millones), destaca que hay que ser paciente en esta carrera. “Las industrias españolas se cansan enseguida y hace falta resistencia. Este negocio seguirá perdiendo dinero una década pero hay que estar ahí”. Y ahí es donde es clave el papel del socio japonés: “No investigan mejor, pero sí aguantan más”, sintetiza Luque. “Estudiar el fracaso requiere tiempo porque el proceso de pensamiento es muy lento”.

http://internacional.elpais.com/internacional/2012/05/25/actualidad/1337955056_158773.html


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